La literatura colonial
Una vez afianzada la sociedad colonial, sobre todo, en los
granes Virreinato de Nueva España (México) y Perú, comenzó el proceso de
producción artística de hombres y mujeres nacidos en América. El siglo XVII
fue, en España, un período barroco cuya estética del claroscuro y del desengaño
expresó la visión contradictoria de un mundo en crisis y de un imperio en
decadencia. Mientras tanto, la tierra americana era lugar de encuentro de razas
y culturas diversas (lengua, religión, arte, mitos, costumbres, etc.), así que,
en ese mismo siglo XVII, cuando el desarrollo de la sociedad en estas tierras,
se hacía más sedentaria y urbana, el arte y en especial la literatura, que ya
había dado sus primeros frutos en lengua española con crónicas y relatos,
exhibe orgulloso los logros de ese mestizaje cultural.
Al igual que en un gran caldero, donde conviven en aromática
mixtura lo extranjero y lo autóctono y, aun, lo exótico, las tendencias
artísticas europeas, vía España y Portugal, se pusieron en contacto con lo
indígena y a esto se sumó la cultura negra, que los esclavos habían traído de
su África natal. El resultado fue una literatura y una arte plástico que agregaron
a los modelos de la metrópoli un sabor especial, diferente, exuberante y
renovador, que no cabía en ningún molde preestablecido.
Esta cultura, que todavía hoy nos caracteriza, dio sus
rasgos distintivos y personales a la llamada “literatura colonial”, y es la que
encontramos también en Sor Juana Inés de la Cruz, cuya escritura según expresa
Octavio Paz “recogió casi todas las
formas de su época y, en muchos casos, las llevó a su perfección última”.
El Barroco americano: El mestizaje (Recapitulación)
A diferencia de lo sucedido en España, donde la estética
barroca se desarrolló en un período de decadencia, en América latina, acompañó
un proceso de estabilización político-económica. Esto se explica teniendo en
cuenta que los artificios lingüísticos del Barroco (los excesos verbales, las
antítesis, las paradojas) fueron instrumentos que permitieron a los escritores
de América expresar la exuberancia del paisaje local, las luces y las sombras
del sincretismo virreinal, la conflictiva identidad de los criollos; es decir,
las contradicciones de una sociedad nueva y mestiza, cuyas tensiones internas
se potenciaron en el siglo XVIII hasta
estallar en las guerras por la Independencia del siglo XIX.
El barroco americano produce, en relación con el barroco europeo,
tales transformaciones que casi podría considerárselo como un movimiento diferente.
Nos arriesgamos a afirmar que la conciencia estética de América (de la América
Latina, al menos) es barroca. De ahí la
intensidad de los cuerpos, las luces y las sombras que suelen dominar nuestras literaturas, desde Sor
Juana hasta Borges, por citar sólo dos nombres ilustres. Criollos, indios, negros,
mestizos, mulatos y otras infinitas combinaciones dan una morfología peculiar,
pero también un tono específico al Barroco de Indias.
Para
profundizar esto, ver:
·
Introducción
al arte barroco: https://www.youtube.com/watch?v=SONMr9hCRoc
·
Mestizo:
Barroco americano: https://www.youtube.com/watch?v=lPLG7kjcmVA
·
Mestizo:
Espada, oro y altares:
·
Ángeles
arcabuceros: https://www.youtube.com/watch?v=-BRhLfDi4aU
Se da un proceso de
“sincretismo cultural”, es decir,
un proceso de interacción entre culturas mediante el cual estas asimilan
los rasgos más significativos de una y otra. Se entremezclan las culturas dando
origen a manifestaciones culturales nuevas.
El poder en la
Colonia: la Corte y la Iglesia
Dos instituciones concentran el poder: la iglesia y la corte.
Ambas son muy estrictas; no se le permite al criollo pensar con conciencia crítica
sobre problemas sociales y políticos de su realidad. Hay censura con respecto a
las fuentes del saber. Se limita la lectura, se prohíben libros, según los
mandatos de la metrópoli. Se impone un clima de aceptación y quietud. No se
permite la iniciativa personal y el pueblo debe atenerse a las soluciones dadas
por las instituciones mencionadas.
Los intelectuales, en este caso los escritores, se sienten
insatisfechos por el asfixiante orden externo que le impide la búsqueda del
conocimiento sobre bases experimentales y racionales, como por ejemplo, la
teoría heliocéntrica que cuestiona el lugar del hombre y de la tierra en el
universo. Deben someterse, no sólo a la
pedagogía escolástica basada en la autoridad de los conocimientos dados y su
memorización, sino también, a los mecenas de turno. Es esto expresión de la
marginación que vivía el criollo y la forma de servilismo artístico /
intelectual.
Sin embargo, la escritura reemplaza la falta de profundidad
emocional con juegos de ingenio; de hecho, es a través de conceptos y de formas
ingeniosas como el intelectual se evade de una realidad que le resulta, como ya
hemos señalado, insatisfactoria, pero como contrapartida, la denuncia.
Veamos el siguiente poema de Sor Juana Inés de la Cruz,
quien ha señalado “Y, a la verdad, yo
nunca he escrito sino violentada y forzada y sólo por dar gusto a otros…”
Es el romance clasificado con el número 63, conocido como
"Laberinto endecasílabo", (está puesto en boca de la condesa de
Calve, quien felicita a su marido por su cumpleaños) a través del cual, sin proponérselo,
la poetisa testimonia la vida vana, frívola y ociosa de la corte al señalar las
actividades sociales a las que los aristócratas se dedicaban.
Amante,—caro,—dulce esposo mío,
festivo y—pronto—tus felices años
alegre—canta—sólo mi cariño,
dichoso—porque—puede celebrarlos. 4
Ofrendas—finas—a tu obsequio sean
amantes—señas—de fino holocausto,
al pecho—rica—mi corazón, joya,
al cuello—dulces—cadenas mis brazos. 8
Te enlacen—firmes,—pues mi amor no ignora,
ufano—siempre,—que son a tu agrado
voluntad—y ojos—las mejores joyas,
aceptas—solas,—las de mis halagos. 12
No altivas—sirvan,—no, en demostraciones
de ilustres—fiestas,—de altos aparatos,
lucidas—danzas,—célebres festines,
costosas—galas—de regios saraos. 16
Las cortas—muestras de—el cariño acepta,
víctimas—puras de—el afecto casto
de mi amor,—puesto—que te ofrezco, esposa
dichosa,—la que,—dueño, te consagro. 20
Y suple,—porque—si mi obsequio humilde
para ti,—visto,—pareciere acaso,
pido que,—cuerdo,—no aprecies la ofrenda
escasa y—corta,—sino mi cuidado. 24
Ansioso—quiere—con mi propia vida
fino mi—amor—acrecentar tus años
felices,—y yo—quiero; pero es una,
unida,—sola,—la que anima a entrambos. 28
Eterno—vive:—vive, y yo en ti viva
eterna,—para que—identificados,
parados—calmen—el Amor y el Tiempo
suspensos—de que—nos miren milagros. 32
El juego, según la lectura tradicional, es el siguiente: el poema puede leerse de tres maneras: como romance endecasílabo (para lo cual habría que leer las tres columnas), como romance octosílabo (quitando la primera columna de la lectura), y como romance hexasílabo (leyendo sólo la última columna).
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