martes, 26 de mayo de 2015

Literatura Colonial... ¿Nos encontramos con Sor Juana?


La literatura colonial

Una vez afianzada la sociedad colonial, sobre todo, en los granes Virreinato de Nueva España (México) y Perú, comenzó el proceso de producción artística de hombres y mujeres nacidos en América. El siglo XVII fue, en España, un período barroco cuya estética del claroscuro y del desengaño expresó la visión contradictoria de un mundo en crisis y de un imperio en decadencia. Mientras tanto, la tierra americana era lugar de encuentro de razas y culturas diversas (lengua, religión, arte, mitos, costumbres, etc.), así que, en ese mismo siglo XVII, cuando el desarrollo de la sociedad en estas tierras, se hacía más sedentaria y urbana, el arte y en especial la literatura, que ya había dado sus primeros frutos en lengua española con crónicas y relatos, exhibe orgulloso los logros de ese mestizaje cultural.

Al igual que en un gran caldero, donde conviven en aromática mixtura lo extranjero y lo autóctono y, aun, lo exótico, las tendencias artísticas europeas, vía España y Portugal, se pusieron en contacto con lo indígena y a esto se sumó la cultura negra, que los esclavos habían traído de su África natal. El resultado fue una literatura y una arte plástico que agregaron a los modelos de la metrópoli un sabor especial, diferente, exuberante y renovador, que no cabía en ningún molde preestablecido.

Esta cultura, que todavía hoy nos caracteriza, dio sus rasgos distintivos y personales a la llamada “literatura colonial”, y es la que encontramos también en Sor Juana Inés de la Cruz, cuya escritura según expresa Octavio Paz “recogió casi todas las formas de su época y, en muchos casos, las llevó a su perfección última”.

El Barroco americano: El mestizaje (Recapitulación)

A diferencia de lo sucedido en España, donde la estética barroca se desarrolló en un período de decadencia, en América latina, acompañó un proceso de estabilización político-económica. Esto se explica teniendo en cuenta que los artificios lingüísticos del Barroco (los excesos verbales, las antítesis, las paradojas) fueron instrumentos que permitieron a los escritores de América expresar la exuberancia del paisaje local, las luces y las sombras del sincretismo virreinal, la conflictiva identidad de los criollos; es decir, las contradicciones de una sociedad nueva y mestiza, cuyas tensiones internas se potenciaron en el siglo XVIII  hasta estallar en las guerras por la Independencia del siglo XIX.

El barroco americano produce, en relación con el barroco europeo, tales transformaciones que casi podría considerárselo como un movimiento diferente. Nos arriesgamos a afirmar que la conciencia estética de América (de la América Latina, al menos) es  barroca. De ahí la intensidad de los cuerpos, las luces y las sombras que  suelen dominar nuestras literaturas, desde Sor Juana hasta Borges, por citar sólo dos nombres ilustres. Criollos, indios, negros, mestizos, mulatos y otras infinitas combinaciones dan una morfología peculiar, pero también un tono específico al Barroco de Indias.

Para profundizar esto, ver:

·         Introducción al arte barroco: https://www.youtube.com/watch?v=SONMr9hCRoc

·         Mestizo: Barroco americano: https://www.youtube.com/watch?v=lPLG7kjcmVA

·         Mestizo: Espada, oro y altares:


·         Ángeles arcabuceros: https://www.youtube.com/watch?v=-BRhLfDi4aU

Es un arte mestizo, es un arte sincrético. (Ver: http://es.wikipedia.org/wiki/Sincretismo_cultural)

Se da  un proceso de  “sincretismo cultural”, es decir,  un proceso de interacción entre culturas mediante el cual estas asimilan los rasgos más significativos de una y otra. Se entremezclan las culturas dando origen a manifestaciones culturales nuevas.


 

El poder en la Colonia: la Corte y la Iglesia

Dos instituciones concentran el poder: la iglesia y la corte. Ambas son muy estrictas; no se le permite al criollo pensar con conciencia crítica sobre problemas sociales y políticos de su realidad. Hay censura con respecto a las fuentes del saber. Se limita la lectura, se prohíben libros, según los mandatos de la metrópoli. Se impone un clima de aceptación y quietud. No se permite la iniciativa personal y el pueblo debe atenerse a las soluciones dadas por las instituciones mencionadas.

Los intelectuales, en este caso los escritores, se sienten insatisfechos por el asfixiante orden externo que le impide la búsqueda del conocimiento sobre bases experimentales y racionales, como por ejemplo, la teoría heliocéntrica que cuestiona el lugar del hombre y de la tierra en el universo. Deben someterse, no sólo  a la pedagogía escolástica basada en la autoridad de los conocimientos dados y su memorización, sino también, a los mecenas de turno. Es esto expresión de la marginación que vivía el criollo y la forma de servilismo artístico / intelectual.

Sin embargo, la escritura reemplaza la falta de profundidad emocional con juegos de ingenio; de hecho, es a través de conceptos y de formas ingeniosas como el intelectual se evade de una realidad que le resulta, como ya hemos señalado, insatisfactoria, pero como contrapartida, la denuncia.

Veamos el siguiente poema de Sor Juana Inés de la Cruz, quien ha señalado “Y, a la verdad, yo nunca he escrito sino violentada y forzada y sólo por dar gusto a otros…”

Es el romance clasificado con el número 63, conocido como "Laberinto endecasílabo", (está puesto en boca de la condesa de Calve, quien felicita a su marido por su cumpleaños) a través del cual, sin proponérselo, la poetisa testimonia la vida vana, frívola y ociosa de la corte al señalar las actividades sociales a las que los aristócratas se dedicaban.

Amante,—caro,—dulce esposo mío,
festivo y—pronto—tus felices años
alegre—canta—sólo mi cariño,

dichoso—porque—puede celebrarlos. 4
Ofrendas—finas—a tu obsequio sean
amantes—señas—de fino holocausto,
al pecho—rica—mi corazón, joya,

al cuello—dulces—cadenas mis brazos. 8
Te enlacen—firmes,—pues mi amor no ignora,
ufano—siempre,—que son a tu agrado
voluntad—y ojos—las mejores joyas,

aceptas—solas,—las de mis halagos. 12
No altivas—sirvan,—no, en demostraciones
de ilustres—fiestas,—de altos aparatos,
lucidas—danzas,—célebres festines,

costosas—galas—de regios saraos. 16
Las cortas—muestras de—el cariño acepta,
víctimas—puras de—el afecto casto
de mi amor,—puesto—que te ofrezco, esposa
dichosa,—la que,—dueño, te consagro. 20
Y suple,—porque—si mi obsequio humilde
para ti,—visto,—pareciere acaso,
pido que,—cuerdo,—no aprecies la ofrenda
escasa y—corta,—sino mi cuidado. 24
Ansioso—quiere—con mi propia vida
fino mi—amor—acrecentar tus años
felices,—y yo—quiero; pero es una,
unida,—sola,—la que anima a entrambos. 28
Eterno—vive:—vive, y yo en ti viva
eterna,—para que—identificados,
parados—calmen—el Amor y el Tiempo
suspensos—de que—nos miren milagros. 32

El juego, según la lectura tradicional, es el siguiente: el poema puede leerse de tres maneras: como romance endecasílabo (para lo cual habría que leer las tres columnas), como romance octosílabo (quitando la primera columna de la lectura), y como romance hexasílabo (leyendo sólo la última columna).

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