¿Abandonar la temática
profana….?
Difícilmente, por estos días, podríamos coincidir con el
arzobispo de Puebla…., de hecho, Sor Juana tampoco lo hizo hace unos cuantos
siglos atrás… . Decimos esto porque juzgamos que sus producciones, sobre todo
las líricas, dan cuenta de una tensa contradicción entre el sometimiento a los
cánones vigentes y la rebelión contra los límites que su condición de mujer le
impone.
Su producción se mueve en dos direcciones aparentemente
opuestas: por un lado, aquella en la que se apropia de una tradición literaria
y de una estética para jugar con ellas, para imitarlas, parodiarlas y mostrar
su extraordinaria capacidad expresiva y, por el otro, el tono confesional
ligado a sus intereses personales y a las luchas internas entre rebelarse o
someterse a los mandatos sociales y religiosos de su entorno.
Ya hemos visto que en Respuesta, Sor Juana denunció
mediante la ironía, las injusticias a las que se veía sometida la mujer en la
sociedad patriarcal. Además de reivindicar su derecho al conocimiento, denunció
en las Redondillas las injusticias a que estaban expuestas las
mujeres, sujetas a prejuicios de una sociedad en las que las reglas las fijaban
los hombres.
A través de antítesis, retruécanos, interrogaciones
retóricas, entro otros recursos, pretende desenmascarar la hipocresía masculina
imperante:
[Lectura y análisis de Arguye de inconsciente el gusto y la censura
de los hombres, que en las mujeres acusan lo que causan] Idem
bibliografía
Se ha dicho que Sor Juana es la primera feminista; sin
embargo, Octavio Paz en Las trampas de la fe, señala que
“la defensa […] de su sexo no es ideológica:
se funda en la moral de la época y en el sentido común. Toca un tópico popular:
las relaciones eróticas fuera del matrimonio son pecaminosas, pero ¿por qué los
hombres se empeñan en condenar a las mujeres? ¿Quién las seduce, quién las
fuerza? […] Es una hipocresía acusar a nuestro cómplice del delito que ambos cometimos […] En ese sentido
la famoso redondilla “Hombres necios” fue una ruptura histórica y un comienzo:
por primera vez en la historia de nuestra literatura una mujer habla en nombre
propio, defiende su sexo y, con gracia e inteligencia, usando las mismas armas
que sus detractores, acusa a los hombres por los vicios que ellos achacan a las
mujeres.
Luego de
esto, podemos dudar que Sor Juana, más allá de lo que significa
para las Letras Latinoamericanas, fue una mujer extemporánea.
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